miércoles, 3 de julio de 2013

Marioneta de papel

Miro tristemente al vacío con una mirada penetrante. No se que estoy buscando, ni si quiera sé quien soy. Me hablan de un futuro, de tomar decisiones, de vivir. Creo que estoy muerto. Los recuerdos nublan mi vista y sin percatarme de mi voluntad acabo llorando. Así comenzó mi vida, con sollozos y lágrimas. Pero no me voy a mentir, ni si quiera los recuerdos son capaces de humedecer mis ojos.
Se que hay alguien que me da forma con una delicadeza digna de un escultor de cristal; su cincel bordea cada parte de mi cuerpo y mi alma. Me ha hecho perfecto ante sus ojos. Poseo la perfección más absoluta que ni un dios podría superar. Ojos acusadores me miran, pero a él no le importa. Quizá sea la mayor imperfección que haya existido y esta es la base de mi ser. Con sutileza esculpe mis ojos, mi sonrisa, mi corazón. Coloca los hilos sobre mis extremidades y articulaciones. Estos finos filamentos me permitirán aprender a caminar, a saludar, a sonreír. La ilusión brota de mis ojos al poder bailar mientras escucho una dulce melodía. Qué bueno es vivir.
Tener un rostro con el que reír, conlleva poder llorar. Tener piernas con las que caminar permite que pueda tropezar. Tener un corazón, lleva a que puedan hacerme daño. Y en esos momentos cuando las lágrimas descienden por mi rostro, es cuando me doy cuenta de que estoy hecho de papel. Mi cuerpo comienza a humedecerse, noto un fuerte dolor en el pecho. Noto como cada parte de mi cuerpo se deshace, me muero poco a poco. Entonces caigo en esa miseria llamada tristeza. Nadie me ha explicado en qué consiste este sentimiento... Supongo que lo sientes cuando tu cuerpo está tirado en el vacío,careces de rostro con el que sonreír, corazón para sentir, manos con las que acariciar una flor... Simplemente te sumerges en tus propias lágrimas, ¿no? Porque en el fondo todos somos marionetas de papel.
Ya estoy muerto, sobre el suelo solo quedan los pocos hilos que un día me permitieron ser feliz. Pero él no desiste. Como el primer día, con unas láminas de papel, un cincel y un martillo; comienza a esculpirme de nuevo. Con paciencia ilimitada me recrea como la vez anterior, pero esta vez, con una lágrima menos.
Así he vivido toda mi vida, renaciendo día a día. Pero hoy mis ojos no humedecen. Creo que estoy muerto. El papel con el que fui creado comienza a desgastarse, tiene un color amarillento. Por cada lágrima que he perdido, he ido alcanzando la perfección y mi muerte. Es duro ser una marioneta de papel, pero doy gracias a que tú has movido los hilos. Cada vez lloraba pensaba que estaba muerto, sin percatarme que mueres el día en el que dejas de llorar.

Gracias a todos aquellos que me habéis hecho llorar, por vosotros he vivido siendo mejor cada día.
Gracias a todos aquellos que me habéis reconstruido cuando mis lágrimas me corrompían, vosotros sois los dueños de esta marioneta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario