domingo, 12 de enero de 2014

Microcuentos I-V

*I: El tic tac del reloj se escucha sin cesar; podría jurar que en aquella ocasión el ritmo era más acelerado. Él estaba apoyado contra el lavabo en un descuidado cuarto de baño de Dios sabe donde. Las paredes estaban sucias y pintadas con sprays pero el espejo brillaba intensamente. Él lo miraba con un rostro decepcionado y al borde de la locura. En una mano una foto de su hija y en la otra una pistola con una sola bala. En un acto de locura apunta contra su sien y se dispone a apretar el gatillo. En el último instante  apunta contra el espejo y dispara; entonces sonríe y se dice a si mismo: Si no me gusta lo que veo solo tengo que cambiarlo.

*II: Habían discutido intensamente y tras esto la pareja se marchó con cierta tristeza a sus respectivas casas. La acompaña hasta el andén del metro y se da media vuelta sin despedirse. El día parecía acompañar sus estados de ánimo, era una tarde ruidosa y adornada con lluvias torrenciales. Su traje se estaba mojando y seguramente había echado a perder algún que otro informe que tendría que reescribir en un futuro no muy lejano. Llega a su portal y comienza a buscar las llaves. Cuando está metiéndola en la cerradura, observa un llavero de la mitad de un corazón con la inicial de su amada y piensa: ¿Qué hago? Deja su carpeta en el suelo  y comienza a correr hacia el andén. Cruza varias carreteras cuando el semáforo estaba en rojo y más de una vez esto le lleva a tener que esquivar varios vehículos. Mientras espera en una carretera pasa a su lado una moto a unas velocidades vertiginosas y esto hace que salpique el agua en la ropa del joven aventurero. Ya divisa el andén, pero el metro se le está adelantado. Está a punto de llegar cuando resbala y cae al suelo medio aturdido. La gente le mira con cierta curiosidad y lástima al mismo tiempo. Consigue llegar, pero es demasiado tarde. Mirando como los vagones se alejan comienza a llorar desconsoladamente pero de repente una mano le toca la espalda. Al girarse se lleva una gran sorpresa, era su amada. La abraza con toda su fuerza al mismo tiempo que la besa. ''Nunca más te dejaré ir'', le dice al oído mientras ríe y llora.

*III: La princesa besó a la rana esperando que esta se convirtiera en un príncipe apuesto con el que toda mujer sueña. Al hacerlo no ocurrió absolutamente nada. La princesa comienza a llorar desesperadamente y entonces gira su cabeza y le dice a su fiel amigo ''¿Por qué nunca encuentro a mi príncipe?'' El la consuela, le pone su chaqueta y la lleva del brazo hasta el palacio. Una vez allí le prepara un té y le dice al oído: ya encontrarás a tu príncipe. Él abandona el jardín del palacio mientras ella le sigue con ímpetu. Cuando al fin lo encuentra, él esta abrazando a otra chica.

*IV: Dice la leyenda que quién es capaz de ver una estrella fugaz en lo alto de ese monte encontrará la felicidad. No hubo día en el que él no acudiera, es más, pasaba horas y horas esperando a que el fenómeno ocurriera. Pasaron las estaciones, los años y las décadas.

*V: Cansada de su triste vida y la rutina, sumerge su cabeza en el lago, deseando que viajar a un futuro donde todo sea diferente. Cuando emerge su rostro, observa que todo ha cambiado. En un principio se siente feliz porque ahora ya no tiene que seguir manteniendo una desidia que le quemaba por dentro. Cuando llega a su casa esta ya no está ahí. Hay un pequeño cementerio donde se hallan unas viejas lápidas con el nombre de sus familiares. Las lágrimas se deslizan por su rostro, quería volver a verlos, un día había dejado de hablar con ellos  por simple amargura. Se siente vacía y culpable de no haber podido decirles como se sentía. Se sienta encima de una lápida y mira al cielo con ojos distantes.

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