domingo, 29 de junio de 2014

En una larga noche...

En una larga noche donde el sueño  me abandona
voy en busca del misterio en las calles de la ciudad.
Qué grande eres mi Luna, tu sonrisa, tu dulzura,
tu oscuridad mi deseo, mi especiosa realidad.
Dueña de los sueños y melancolías banales.
Dueña de las tristezas, de las tierras, de los mares.

Un amargo humo gris abandona el beso de su boca
como un sueño no cumplido, como un beso deseado.
Pues por cada suspiro suyo es un yo que se consume
como ese cigarrillo, ese humo tu perfume...
Y esa mirada tuya tan pícara que provoca
que el más triste corazón se sienta tristemente deseado.

La luna te mira y envidia tus desnudos senos,
su luz destaca tus curvas, tu turgencia mortecina.
Es su rostro inconfundible... es tan bella mi vecina.
Mi corazón a sus pies, su lujuria me domina.


Sus dedos rompen la línea de su rubio manto
Dioses morirían por poder calmar su triste llanto
y consolar esas frías lágrimas de amianto.
Que cesen sus tristezas o su encanto.
De tanto en tanto mi alma llueve y muere.
Ojalá caballero soy fui o fuere.

En una larga noche donde el sueño me abandona
se cruzan nuestras miradas y solo muestras frialdad.
Qué bonita es la princesa, su dulzura su tristeza.
tus índigos ojos mi deseo, mi especiosa irrealidad.
Dueña de mis misterios y curiosidades banales.
Dueña de mis tristezas, de mis tierras, de mis mares.

Así como la misma luna se marchó, sin decir una palabra, sin dejarme escuchar ni si quiera un susurro. Volví a mi cama esperando poder conciliar el sueño aunque sabía que no lo iba a hacer. Me hubiera gustado saber por qué lloraba, aunque nunca lo supe. Los misterios son como la noche, más que oscuros, caprichosos.