jueves, 30 de abril de 2015

Cada uno en su lugar

Cada uno en su lugar. Como dos fugitivos que huyen de sí mismos.
Como si ese sonido que arrulla nuestros oídos fuese tan distante.
¿Cuándo un ''te quiero'' se volvió tan insonoro?
Quizá nos volvimos sordos para no tener que escuchar.

Lo que más me molesta es cuando te dije que cada uno debía estar en su lugar.
No replicaste lo más mínimo...
No puedes imaginar cuán doloroso puede llegar a ser verte aceptar mis palabras,
verte asentir cuando debías negar,
verte callar cuando debías gritar,
verte sonreír cuando deberías haber llorado...
Sí, me contradigo, pero no más que hace unos años cuando tú eras mi respuesta.

Cada vez que me dejas ir es como si mi corazón se muriese un poco.
¿Cuándo nos dejamos ir?
¿Por qué tu consuelo y no tus besos?
¿Por qué no tus deseos, mis deseos?
¿Por qué no soñar juntos bajo el mismo cielo?
¿Por qué tan distantes?
¿Por qué no como antes?

Quizá soy egoísta por no querer darte nada.
Quizá no tenga nada que darte.
Mi corazón está muriendo en algún lugar lejano y yo...
yo estoy aquí aparentando estar.

Me gustaría tener alguien con el que exculparme pero fueron mis palabras,
fueron mis labios los que me traicionaron,
fue mi cerebro el que me aseguró que me contrariarías,
fue mi corazón que me llenó de osadía,
fue todo y hoy no es nada.
Qué iluso fui, pensaba que recorreríamos el mismo camino y hoy...
Cada uno en su lugar.

Solo quiero que sepas que seguirá doliendo cada vez que sueltes mi mano,
aunque este sea el último dolor que me causes,
y éstos sean los últimos versos que yo te escribo.

martes, 28 de abril de 2015

Talento desaprovechado: Hacha vs Chorizo

Hoy me dispongo a enfrentar un hacha contra un chorizo. Va a ser un enfrentamiento con pocas normas:
-Se considerará victoria a aquel que consiga sobrevivir al enfrentamiento.
-No hay límite de tiempo.
-Se tendrá en consideración la posible personalidad de ambos sujetos.
-No se permiten intermediarios o terceras personas.
-No se permitirá el uso de objetos, herramientas o sucedáneos.

A continuación voy a analizar a los dos sujetos en cuestión.
Comenzando por el chorizo, puedo ver desde un comienzo que juega con una gran ventaja ya que su única forma de perder es hacerse malo o ser reducidos a partículas tan mínimas que no pueda considerarse chorizo. Por otra parte requiere de una gran cantidad de tiempo para que se haga malo.
El hacha tiene dos opciones a elegir, por una parte puede esperar a que el embutido se haga malo o por otra parte puede cortarlo constantemente  hasta que este sea reducido a unas unidades mínimas (cosa que es imposible para un hacha). Bajo estas premisas si el hacha elige cortar, probablemente pierda por desgaste moral o simplemente porque su estructura acabe rompiéndose o la hoja se vuelva desafilada y/o inservible. Pero si el enfrentamiento se basa en esperar a que el tiempo transcurra, probablemente gane el hacha.

Habiendo analizado a los dos contrincantes, habría que saber qué opción escogería el hacha ya que sería la determinante para una victoria segura o una derrota aplastante. Esto me lleva a una pregunta de mayor magnitud ''¿Cuál es la personalidad de un hacha?''. Todos somos conscientes de que un hacha es un herramienta cuya principal función es cortar, así que ante la posibilidad de ejercer su función probablemente lo haría.  Por otra parte un chorizo no tiene ninguna función ya que es un alimento y por naturaleza está acostumbrado a esperar hasta que alguien decida hacer con él. Bajo estas premisas no cabe duda de que el sujeto que se hace con la victoria es el chorizo.

Moraleja: Tener diversas opciones a elegir en la vida no siempre te va a dar la victoria, simplemente por el hecho de conocer tus orígenes y límites, podrás salir airoso ante cualquier situación.
--------------------------------------------------------.---------------------------------------------------------
Si has tenido la osadía de acabar al texto probablemente te hayas dado cuenta de que soy gilipollas. Y sí, estoy de acuerdo. Todo lo que has leído anteriormente es fruto de una conversación totalmente verídica que he mantenido con unos amigos. A veces nos dedicamos a hacer estupideces como éstas y creo que es interesante ver como de algo tan estúpido como el enfrentamiento entre un chorizo y un hacha se puede llegar a convertir en un texto muy correcto.
Esta ''sección'' no es más que una serie de escritos que pretenden reírse de sí mismos, así que te pido que no me juzgues por estas desviaciones en mi blog. Por otra parte voy a seguir haciéndolo y van a haber muchas incluso más estúpidas. Al comienzo de cada entrada que vaya a ser de este estilo podrás leer ''talento desaprovechado'', así que si no quieres ver cómo un chaval ha invertido su tiempo en hacer el imbécil, te recomiendo que ignores estas entradas.

jueves, 23 de abril de 2015

Cómo comencé a escribir

Me llamo Cristian Johnny Rodríguez. Nací el 24 de mayo de 2197 en un pequeño pueblo. Aunque suene extraño nací del útero de mi madre, sé que por aquellos tiempos esa no era la forma más convencional, pero ella insistía que debía ser concebido como en los viejos tiempos.
Mi infancia fue muy tranquila, como se debe esperar de la vida rural. Mi madre era florista y ya desde pequeño comencé a interesarme por las flores, me sorprendía cómo podían existir tantas diferentes con sus característicos aromas, colores, texturas... Era interminable mi curiosidad.
Mi padre estaba constantemente viajando por aquellas ciudades abandonadas ''los viejos yermos'' y se encargaba de recoger todo aquello que podría servir a la sociedad para entender qué es lo que ocurrió para que las enfermedades comenzaran a mutar tan extrañamente... Bueno, eso ya es cosa del pasado, por suerte yo no viví esos tiempos, creo que debía nombrarlo por respeto a mis antepasados pero ahora todo ha cambiado y las personas resurgimos de nuestras cenizas. Como iba diciendo, mi padre trabajaba conjuntamente con los laboratorios de investigación. Debido a su trabajo no pasaba mucho tiempo conmigo pero yo comprendía que era por un bien mayor, así que no le di demasiada importancia.
Asistía a una escuela local, nada destacable. Quizá fue debido a mi poco interés, pero no recuerdo mucho de aquella etapa de mi vida. De alguna forma el tiempo fue pasando y fue entonces a los doce años cuando mi vida sufrió un cambio totalmente inesperado. Llegó el día en el que tuve que entrar en secundaria y separarme de todos mis antiguos amigos ya que en aquel pequeñito pueblo no había una escuela secundaria. Nunca me han gustado las despedidas, es algo desagradable. Cuando sabes que vas a volver a alguien en poco tiempo simplemente le dices ''adiós'' y te despides agitando tu mano, pero en cambio cuando realizas una celebración de despedida sabes que algo te está diciendo que nada va a volver a ser como antes.
Mi nueva escuela estaba en la ciudad y todos los días tenía que hacer un viaje en tren de una hora. El primer día fue una de las peores experiencias de mi vida. No estaba acostumbrado a hacer viajes tan largos. Recuerdo que cuando llegué a la estación me sentía tremendamente perdido. El lugar estaba plagado de gente que iba en todas direcciones. Cada uno era consciente de a dónde se dirigía y no vacilaban, simplemente continuaban avanzando. En cambio yo estaba allí parado, siendo empujado por la multitud, sin tener claro a dónde debía ir. De repente el megáfono comenzó a sonar <Señores pasajeros, le recordamos que el tren con destino a X partirá en breves>. Ese era el tren al que debía subirme y estaba a punto de perderlo. De repente una mano me agarró desde la multitud y comenzó a tirar de mí. Me arrastró hasta dentro del tren y allí pude ver que mi raptor vestía mi mismo uniforme. <Demonios, ¿qué hacías ahí parado?> Desde ese día supe que todas las mañanas iba a estar bien y que nunca más me iba a encontrar perdido. Su sonrisa era confiable, era mi primer amigo en secundaria y ni siquiera habían comenzado las clases. No me equivoqué en absoluto.
Adolescencia era un chico muy entretenido, no existía un solo día aburrido en el viaje o en la escuela ya que estábamos también en la misma clase. Me presentó a sus amigos y estuvimos siendo felices y disfrutando durante los mejores cuatro años de mi vida. Decidimos que ambos iríamos a bachillerato juntos y que iríamos a al mismo instituto. Poco a poco se convirtió en un hermano para mí. En esta época ya comencé a escribir, pero no eran nada más que unas cuantas fantasías infantiles mal redactadas. Todo cambió cuando llegó la hora de graduarnos. Adolescencia reprobó y nos tuvimos que separar. Una vez más tuve que celebrar otra despedida, solo que esta vez sí que fue realmente doloroso. Ambos nos prometimos que que nos volveríamos a reunir... pero nunca ocurrió.
Una vez más tuve que coger el tren y me volví a sentir perdido, pero aquella vez era diferente. Simplemente sería por el frío, era septiembre y quizá todavía no me había acostumbrado a tener que partir una hora antes... todo era tan oscuro y solitario. En ese mismo momento saqué una libreta, un boli y comencé a escribir mientras esperaba que llegase el tren. Decidí escribir un poema porque no había otra forma de gritarle al mundo cuánta oscuridad podían ver mis ojos. Así pasé medio año, entre poemas e historias tristes y algunas otras felices. Siempre repetía la misma rutina, escribir durante la hora del viaje y tirarlo a la basura tras llegar a mi destino. Quizá sea un poco egoísta por mi parte, pero he de decir que se me daba sorprendentemente bien y mejoré a pasos agigantados, pero nunca le di demasiada importancia, tenía otras cosas en las que pensar. Los viajes en el tren cada vez me eran más incómodos, me sentía observado, así que decidí quedarme en casa aquel día. Quizá fue la mejor elección de mi vida.
 ''Nominación'', tras los problemas que tuvo la humanidad años atrás se habían perdido el nombre de las cosas y la única forma de recuperarse de tal duro golpe era esta ciencia. Algún profesor curioso de la universidad de nominación rescató todos y cada uno de los escritos que había tirado, cada día lo hacía y leía en silencio cada palabra que escribió mi corazón. Me mandaron una carta para entrar en la universidad de forma prematura, decían que yo tenía la oportunidad de cambiar el mundo y no debía perder mi tiempo en la escuela. Nada más contesté la carta, Futuro vino a casa a hablar con mi madre, le dijo que había leído cada escrito que había tirado y que probablemente estaban desaprovechando mis habilidades, quizá podría ser un genio. Futuro me sacó de mi hogar y me llevó a la universidad, allí comencé a vivir. Al comienzo todos mis compañeros se sorprendieron porque yo era demasiado joven para estar allí. Las clases me resultaron complicadas, no podía entender lo que me explicaban pero Futuro me dedicaba cada tarde libre y me ayudaba. En el segundo año yo ya me había colado en los puestos más altos de toda la universidad. Tenía talento para nombrar las cosas, para formar palabras nuevas, para devolverle la esencia a todas aquellas cosas que la habían perdido. Pero todo gran poder conlleva una gran responsabilidad y todo esto sumado a las grandes expectativas que Futuro ponía sobre mí, comenzaron a ser una carga irracional que pesaba más de lo soportable. Para desquitarme me uní a un club universitario oculto, se dedicaban a buscar la esencia de todas aquellas cosas que el resto no quería recordar.
Quizá fue una de las peores decisiones de mi vida a ojos del mundo, pero nunca me arrepentiré. Por primera vez pude dar nombre  a la muerte, al remordimiento, al sexo más salvaje, al asesinato... Todo acabó cuando dándole un nombre al incendio quemé un aula de la escuela. Descubrieron que me había unido a un grupo para realizar actividades prohibidas y me encarcelaron. Me sentí tremendamente aliviado cuando por fin mi mundo se detuvo y mis cargas se quedaron en la puerta, esperando mi regreso, aunque de alguna forma yo sabía que no iba a regresar.
Es difícil de describir la satisfacción que se siente cuando estás escribiendo en tu celda solitaria sin tener que preocuparte por el mundo exterior, sin tener que dar nombre a nada, sin tener que cumplir ninguna expectativa, conociendo a gente que se sentía igual que yo... Allí conocí a alguien que daría un giro de trescientos sesenta grados a mi vida. Amor era alguien que escribía, como yo. Ella estaba encarcelada porque era una ladrona pero se sentía aliviada allí dentro. No tenía que robar, no tenía la necesidad de hacerlo. Comenzamos a congeniar rápidamente. Aprovechábamos cada minuto que nos podíamos escapar de las miradas agenas para hablar sobre cualquier banalidad. Sinceramente a mí me pareció perfecta, tanto como la luna, no mucho más que su luz mortecina, pero sí quizá un poco más que las estrellas. ¿Por qué? Porque era como un espejo  porque no necesitábamos apenas palabras para entendernos, porque no tenía que dar explicaciones y porque cuando estaba con ella el resto se desvanecía, mi pasado se volvía una carga ligera que se esfumaba con el viento. Entonces comprendí qué era Amor, era ligera como el viento de otoño, dulce como los frutos de primavera, ardiente como el sol centelleante del estío y distante como el incesante frío de invierno. Ella era ella porque nunca sería mía, nunca sería yo  a pesar de estar tan cerca de serlo. Entonces comprendí el significado de la vida. La felicidad es aquello que sientes cuando intentas alcanzar algo que sabes que nunca puedes tener porque simplemente por el hecho de conseguirlo, se convierte en algo trivial y sin importancia. Por eso Amor era la respuesta a mis preguntas y la mano que mecía mi pluma, porque me abandonaría tan pronto como yo intentara abrazarla. Y así lo hizo, pero como la ladrona que era se llevó mi corazón.
No sé a cuantas operaciones me sometió Vida. De alguna forma conseguí sobrevivir a partir de prótesis, medio cuerpo y mi corazón habían sido sustituidos por piezas robóticas que emulaban a las verdaderas. Salí de la cárcel mucho antes porque Futuro se encargó de ayudarme desde fuera, pero no pude seguir cumpliendo sus expectativas. Volví a la universidad, pero mi habilidad de nominación ya no existía, por culpa de mi yo robot ya no podía continuar nominando, las letras ya no podían salir de mi corazón porque simplemente no tenía.
Lo abandoné todo o todo me abandonó a mí, no lo tengo bien claro. Ni mis padres, ni Adolescencia, ni Futuro, ni Amor, ni Vida; ya no me quedaba nadie.  Como ya no podía cumplir las expectativas de ninguno, simplemente decidí dedicarme a una vida retirada. Necesitaba tiempo que dedicarme a mí mismo. Recuerdo que todos me preguntaban ''¿Qué harás entonces?'' Qué ilusos, se creían que no podía nominar porque había perdido mi corazón, pero simplemente estaba lejos en algún sitio que no podía encontrar.

Al cabo de un tiempo se publicó ''El nombre de las cosas'' y fue un éxito, sobre todo dentro de los nominadores.  Fue una bonita historia bajo un nombre anónimo. Creo que si conseguir algo solo iba a suprimir mi felicidad, simplemente tenía que esperar a que algo llegara a mí. ¿Esperanza? No, yo no necesitaba eso. Yo necesitaba que las palabras llegaran a mí para poder contar una historia que debía ser contada. Y así comenzó a ocurrir.
De esta forma comencé a escribir, yo nunca lo busqué, simplemente un día las palabras llegaron a mí y yo me dediqué a acogerlas. Pobres ilusos los nominadores, que intentan encontrar las palabras. Es como intentar robarle el corazón a alguien que no tiene.

jueves, 16 de abril de 2015

Cuando los ángeles lloran

-…se ha muerto.
-Lo siento.
-¿Por qué? No es tu culpa.
-No es eso. Te acompaño en el sentimiento, si tú estás triste yo también, por algo somos amigos, ¿te duele?
-No exactamente, siento un vacío, me falta algo. Se me hace raro llegar a casa y ver que no está, me molesta no oír esos chistes una y otra vez como si fuera la primera. A pesar de que sabía que el momento llegaría pronto me cuesta aceptarlo.
-No pienses en que ya no está, piensa en esos últimos años que habéis vivido juntos. Tuvisteis momentos alegres y otros tristes, situaciones fáciles y difíciles, pero lo importante es que compartisteis tiempo.
-En parte, también estoy alegre.
-¿¡Alegre!?
-Sí, sus últimos meses fueron difíciles. No se podía levantar de la cama, había días que se le olvidaba quién éramos y se asustaba, le costaba hablar, comer… ya se tenía que ir. Él aceptaba que se iba a morir, había días que preguntaba por qué seguía aquí, aunque él sabía el por qué.
-¿Por qué?
-Por nosotros, su familia, sus hijos y nietos. Él era una luz para nosotros, nos alegraba los días. ¿Sabes que las cosas tristes a veces son bellas? Al ver su cadáver no pude evitar llorar, pero admiré su belleza. Su blanco cuerpo no respiraba, estaba tranquilo e impasible.
-¿Puede un cadáver ser hermoso?
-Sí, tan hermoso como lo era esa tarde.
-Pero si el cielo estaba nublado y llovía; no sé qué es lo que entiendes por belleza.
-Dicen que cuando llueve los ángeles lloran y esa tarde tenían razones para hacerlo.

                                                              Escrito por un amigo anónimo

sábado, 4 de abril de 2015

Cinco centímetros por segundo [próximamente]

Hay veces que tratamos de forzarnos a olvidar. Los humanos pecamos de esa inocencia sempiterna que nos persigue día a día; es como tratar, inútilmente, de deshacerte de tu propia sombra. ¿Pueden sanar las heridas del corazón? Yo creo que todo puede sanar con el paso del tiempo, pero hay algo que va a permanecer irremediablemente, y ese algo son estas cicatrices que marcan que un día no pude dejar de pensar en ti ni tú en mí. 
Apenas consigo recordar tu rostro, ni el primer beso que nos dimos. Tampoco soy capaz de recordar el dolor que ansiaba olvidar frenéticamente. ¿Dónde quedó todo aquello? Quizá en un día frío de invierno donde la nieve no solamente colapsó las vías del tren, si no también mi futuro contigo. 
Intento forzar mi mente para recordar aquellos días y no lo consigo... Quizá si no hubiese revisado los mensajes de mi antiguo móvil esta historia nunca hubiese sido contada pero por suerte o por desgracia lo he hecho. Debería comenzar diciendo que lo primero que he conseguido recordar es que un día me dijiste que los pétalos de la flor del cerezo caen a cinco centímetros por segundo[...]