lunes, 21 de marzo de 2016

¡No disparen al pianista!

¡No disparen al pianista!

Por falta de precisión las balas están perdidas,
desfilan, entre los rayos del sol, luces rojas y amarillas.
El soldado pierde la razón, mejor que perder la vida
y llora sin ton ni son una niña triste, sola y afligida.
-¡Que alguien calme su llanto! -grita franco el coronel.
Y de tanto en tanto un soldado raso se acerca y la consuela.
-¿Por qué llora la pitusa si no hay herida que duela?
-Son heridas del corazón, mucho peor que el dolor de muela.

Las balas se exhiben espléndidas y glamurosas,
reciben silbidos y piropos, todo va de color de rosas;
de ese rojo carmesí del que tiñe la Funesta.
''¡Ay qué ingenuos que son aclamando a esa enhiesta!''
Se lamentan algunos sin percatarse de la fiesta
mientras otros, sobre alfombra roja, gritan ''La victoria es nuestra!''.

En las filas desesperan porque el llanto de la niña no cesa,
no comprenden su dolor, la cruz de la que es presa.
No comprenden su temor, porque con palabras no se expresa
pero nada puede hacer, ya nada en su corazón pesa.

A lo lejos se vislumbra un hombre taciturno,
una mirada sombría, un traje nocturno.
Rifles miran indiscretos esperando la orden de disparar,
pero el hombre no se achanta, no para de caminar
indiscreto, indiferente, sonriendo sin cesar.
-¡Que todo el mundo se esconda, ese hombre lleva una bomba!
Pero el músico no entiende de explosivos, solo del sonido y su honda.

Entre las balas perdidas el pianista comienza a tocar
una triste melodía que todavía nadie logra olvidar,
en el teclado de un piano que parece de cristal.
Yo no voy a juzgar, si lo que hizo estuvo bien o estuvo mal.
Solo soy un superviviente más, alguien que todavía puede recordar.

''¡No disparen al pianista!'' se escucha desde los dos bandos.
''¡No disparen al pianista!'' voces al unísono de los hombres al mando.
''¡No disparen al pianista'' porque el pianista disparó
una hermosa melodía que con el llanto de la niña acabó
y él continuó tocando, con motivo de admiración,
una hermosa canción que con el fuego cruzado terminó.


Por falta de precisión las balas están perdidas,
desfilan, entre los rayos del sol, luces rojas y amarillas.
El mundo pierde la razón, mejor que perder la vida
y llora sin ton ni son una madre triste, sola y afligida.

No disparen al pianista, por favor. No disparen al pianista...

                                                                                                                            J.R. Cristian