sábado, 20 de enero de 2018

Miénteme, yo ya estoy muerta.

Miénteme si quieres, Dios está durmiendo.
Abril no llegó, al menos no a éste mi cuaderno.
En el pasado ya dolió pero lo hizo en pleno invierno,
de ahí que el corazón se esconda o marche con lo puesto.

Mírame a la cara, miénteme si quieres, ya no importa.
Juguemos a los dados en mitad de la tormenta,
apostemos por el otro o perdamos los estribos.
Suframos como tontos para que tenga algo de sentido
seguir sintiendo, seguir cayendo hacia algún lado.

Miento si te miro y sonrío como antes.
Rezo porque mueras y cese la mentira,
amaine la tormenta, caigan las estrellas y aplasten,
aplacen toda esta angustia impotente ante un mundo
que sigue girando sin nosotros. Y todo se vuelva verdad.

¿Y si la arquitectura es una de más de tus mentiras?
¿Y si el boceto de mi mente absorta baila sobre papel mojado?
Y si lo supe desde el comienzo, por qué seguí jugando...
Quizá demasiado ebria para aceptar lo evidente,
quizá la inconsecuencia resultó más apetecible que la lógica,
quizá me apeteció probar la manzana prohibida porque tú me la ofrecías.

La inconsecuencia es virtud del mentiroso,
y fui yo quien firmó aquel contrato sin garantías.
Quería poner fin a mis días, oscuros y a tus noches frías,
a un patético destino apático, a nuestros delirios
de grandeza envueltos en un manto de muerte.
Tanto sufrimiento tonto, amianto en los cimientos.
Tanto llanto neonato poco sensato.
Tantos sentimientos que hacen trizas los adentros...

Quizá fui yo la primera que mintió, a sí misma.
Creyendo poder llenar medio cuerpo, reparar un alma.
Incendiar el bosque retorcido y plantar la simiente al alba.
Quizá la pretensión fue mi pecado,
creer poder ensamblar un cuerpo, replantar el huerto, revivir lo muerto.
Quizá nunca pude estar a la altura de ti... Sí, es cierto...

Sobre la cómoda, una nota:

''Miénteme si quieres, ya nada me importa. 
Abril no llegó, al menos a éste nuestro cuento.
En el pasado ya dolió y aunque cese esta tormenta,
lo siento, mi corazón, me he marchado con lo puesto''.


sábado, 6 de enero de 2018

Dios mío el puto arte, el mundo es maravilloso

Poco me hace sentir más vivo, más humano, más empático, más Cristian Johnny Rodríguez. Poco me emociona más, me hace ilusionarme, conmoverme, llorar.
Poco, muy poco, ha comprendido que son los humanos, qué son las historias, cómo deben ser contadas.
Son realmente pocos los que comprenden que para contar una historia no se necesita una premisa desternillante, superhéroes, universos cinematográficos, prosas de ensueño, giros de guión, personajes ''complejos'', series poco imaginativas.
Pocos son los animes que veo debido a la mediocridad del medio y muchísimos menos los que merecen ser destacados.
Por muy poco daría la vida por haber sido yo el creador de esa historia, de esos personajes, perdón, vidas.
Muy pero que muy pocos autores han conseguido tenerme con las uñas desgarrando la mesa del escritorio simplemente por ver a una familia pasear por la noche.
Muy pocos son capaces de retratar el bullying como lo que es, con sus miedos, la incapacidad de incluso los padres para enfrentarlo.


Cuánto me ha dado un simple dibujito chino de un chaval de instituto que juega al ajedrez japonés. Qué rabia no saber contar historias tan humanas, qué impotencia no saber transmitir tan bien... Y qué bien que exista el arte, qué bien que exista 3-Gatsu ni Lion para recordarme que sigo siendo empático, que a veces no es que yo sea un monstruo, simplemente soy humano y todo lo que ello conlleva.

Quiero seguir contando historias, quiero conmover, quiero conectar con las personas.