Poemas

Los fantasmas del pasado


Sí, debía caer. Estoy seguro de que debía hacerlo.
Con miedo, eso sí, con terror por hallar aquello que repudiaba.
Debí estamparme en el fondo, sentir esa oscuridad.
Esa sensación de aislamiento... Ese temor a estar en lo más bajo.
Fue un momento lúgubre y estrambótico.
Claro que tuve que derramar lágrimas.
Claro que tuve que sentirme vulnerable.
Pero allí me pude quitar mi máscara porque nadie me veía. 
Y de tanto en tanto miraba hacia arriba con nostalgia,
esperando que ese pequeñito rayo de luz me tendiera su mano.
Nunca llegué a alcanzarlo.
¿Pero sabes qué? Debía caer.
¿Por qué?
Porque allí me encontré a mí mismo. 
Muchos se quedaron en unos peldaños más arriba,
tan arriba que ya ni siquiera pude ver sus rostros.
Pocos se quedaron conmigo. Muy pocos...
Eso sí, algunos me tendieron su mano para ascender,
para liberarme de la oscuridad sempiterna que me inundaba.
Pero no, yo creo que estoy bien aquí. Este es mi lugar. 
Soy consciente de que nadie va a querer bajar aquí.
Nadie va a querer sentir esta humedad incesante,
esas sombras que amenazan con lapidar tu cuerpo,
esas miradas de desprecio que llegan desde la superficie...
Y sinceramente no me gusta estar aquí,
pero tampoco me arrepiento.
Son sentimientos que se contrarian pero...
Me he encontrado.
¿Y sabes qué?
Me encanto.
Aunque ello suponga perderlo todo.
Aunque ello suponga quedarme en estas tinieblas eternamente.
Aunque ello suponga padecer soledad eterna.
Aunque me deslumbren,
Aunque derrame lágrimas.
Aunque todo se aleje y yo me quede aquí estancado.
Me encanto. Y tú podrías encantarme también.
Pero estás ocupado creyendo que soy mi sombra.
Quizá si me preguntaras te diría que yo ya estoy muerto;
con lágrimas en los ojos y el corazón abierto. 
Y mis fantasmas del pasado me atormentan,
pero no voy a sucumbir.
Porque volver a mi pasado supondría perderme a mí mismo.
Y me encanto.



En una larga noche...


En una larga noche don del sueño me abandona
voy en busca del misterio en las calles de la ciudad.
Qué grande eres mi Luna, tu sonrisa, tu dulzura,
tu oscuridad mi deseo, mi especiosa realidad.
Dueña de los sueños y melancolías banales.
Dueña de las tristezas, de las tierras, de los mares.

Un amargo humo gris abandona el beso de su boca
como un sueño no cumplido, como un beso deseado.
Pues por cada suspiro suyo es un yo que se consume
como ese cigarrillo, ese humo tu perfume...
Y esa mirada tuya tan pícara que provoca
que el más triste corazón se sienta tristemente deseado.

La luna te mira y envidia tus desnudos senos,
su luz destaca tus curvas, tu turgencia mortecina.
Es su rostro inconfundible... es tan bella mi vecina.
Mi corazón a sus pies, su lujuria me domina.


Sus dedos rompen la línea de su rubio manto
Dioses morirían por poder calmar su triste llanto
y consolar esas frías lágrimas de amianto.
Que cesen sus tristezas o su encanto.
De tanto en tanto mi alma llueve y muere.
Ojalá caballero soy fui o fuere.

En una larga noche donde el sueño me abandona
se cruzan nuestras miradas y solo muestra frialdad.
Qué bonita es la princesa, su dulzura su tristeza.
tus índigos ojos mi deseo, mi especiosa irrealidad.
Dueña de mis misterios y curiosidades banales.
Dueña de mis tristezas, de mis tierras, de mis mares.

Así como la misma luna se marchó, sin decir una palabra, sin dejarme escuchar ni si quiera un susurro. Volví a mi cama esperando poder conciliar el sueño aunque sabía que no lo iba a hacer. Me hubiera gustado saber por qué lloraba, aunque nunca lo supe. Los misterios son como la noche, más que oscuros, caprichosos.



El poeta muerto


La distante gota que desnuda el pétalo de rosa
recorre su cuerpo hasta que en ojos se vuelve lágrima,
la acaricia suave y tristemente, la sucia pecaminosa;
esa gota que desnuda la tinta de esta página.
Me siento en un infierno donde no leo lo que no escribo,
donde un día gocé atravesado por un estivo,
donde me entierro entre desidia y el triste desconcierto
en el cementerio lúgubre del muerto poeta muerto.

De la rima borrada la gota va a su mano
con la misma que acaricia su pelo y desordena,
con esa mano con la que escribí este verso,
con la misma mano con la que de estro me hice preso.
Así un día la perdí y con la añoranza me condeno
por una simple gota que se llevó felicidad y no pena.

Pasaron días, meses y algunos años también
y por la maldita gota en mis sueños soy rehén.
Tantos papeles flotando en un mar de cien dudas
corroídas por el lamento de varias voces mudas.

Hoy la envidia me corroe por la lluvia de la que manco,
esa que desliza por tu rostro, la que entristece tu llanto;
esa gota que no me deja escribir, precipita en el barranco.
Mi mano está gélida sobre el papel amianto.
En ese momento en el que la gota marchite,
en ese momento en el que la espina la vida me quite;
en un valle de lágrimas, de flores un desierto,
se reúne mi pluma para lamentarse por un muerto poeta muerto.

¿Dónde están las palabras con las que me arropaba cada noche?
Esas que me otorgaron la vida y un blanco reino estaño.
Mírame con ojos brillantes como hacías antaño,
tú, gota fría, etérea. Esa lujuria que tu alma derroche.
Busca el último escrito en mi lecho de muerte escrito.
Aspiro el gélido aire que me otorga una vida a la que no aspiro.
Brinda la gota en mis testamento por un alma que sola perece.
Le brindo mi pluma, que ayer dio vida y hoy fenece.

Este es el último poema escrito en ausencia de lágrimas, inspiración y palabras que os regala este muerto. Poeta muerto.

Last Whisper


¿Quién tiene el valor de desafiar a la muerte?
un hijo del pecado, descendiente de lujuria.
Inauguro el reino inconformista de lo inerte
en una tierra vacua donde soledad acontece.
Nadie soy pues nada tuve.

Ese pionero soy yo, el Adán de lo no escrito,
sino de un fuero que ningún rey otorga,
cómplice de la palabra no pronunciada, ese mito...
Un susurro que nadie escucha,
cupido de dos corazones que no laten.
¡Halago la oscuridad que me ampara,
ámame dueña de mis sueños; mi amante!
Realizan tus caricias mi atadura.
¡Ámame y que nadie se percate de este amor prohibido!

Mina la esperanza de mi nívea llama.
Indago en mi corazón y nada encuentro.

Único soy en esta única tristeza,
la misma que su mano tiende cuando soledad acecha.
Titiritero de un muñeco que cortó sus cuerdas
imitando a un Dios inexistente;
malévolo quizá, exánime tal vez.
Omnipotente que nada puede, nada es.

Lidiar con la oscura lluvia que precipita
amansa mi cuerpo pero no mis lágrimas.
Moriré solo como solo he recorrido el camino.
En el momento donde bala impacte, caeré
nadie escuchará mis últimas palabras,
todo se reducirá a tinieblas.
¿Oigo un siseo? El canto del viento que en mi cuerpo ametralla.


Alegoría I


En un mundo de ciegos donde ojos no oyen,
cerebro no grita,
voz no siente,
corazón no piensa.
Mundo donde personas no inspiran y estro perece.
Mundo donde soledad me acompaña y compañía enmudece.
Nubes se lamentan y autoestima no crece,
en los trece permanece, tristeza acontece.
Mundo donde Dios ruega,
mundo donde desesperado consuela.
Alzo mi pluma y veo caer tinta
que nadie escucha ni siente.
Mundo donde arma es juez y mata
y éste es justicia aunque ella no exista.
Mundo donde la vida tiene dueño.
Donde la esperanza adormece.

Maldito este mundo que he creado
donde no vivo si no muero;
donde paz es muerte y es mentira,
donde guerra es paz.
Aquí se premia la maldad y el bien muere.
Así el bueno desiste.
Mundo que ríe por cada lamento,
donde tímidas lágrimas son mentira.
Mundo que bebe lujuria en su jícara,
y encierra la pájara en su jaula
para que no salga quizá, o no grite tal vez.
Mundo que llanto no comparte,
donde las cenizas no arden y perduran.
Mundo de fría sentencia,
donde corazón se vuelve estaño.
Soy dulce fruto del engaño,
de una verdad que es mentira.

Me siento atado por un mundo que normas no ha creado.

Mundo donde luna destalla
y la mortecina luz semeja estrella
por el sentimiento que estalla,
por las penas que en mi alma destalla.
Mundo donde corazón canta
cual bárbaro y su barba,
su instrumento poesía.
Mundo que mudo ve,
y sonríe a gritos.
Mundo donde mundo vive,
mundo donde mundo llora.



Una moneda subjetiva



Con sangre gris desplazo una moneda subjetiva

y en sus rostros se forman sombrías sonrisas;

aprieto mi puño contra espina y desidia.

Soy la sangre que he perdido y la pérdida que he sangrado.


Exangüe alma y cuerpo, yace mi cuerpo y alma,

en un duelo de inexistente estro

donde mano no escribe, donde mano no llora,

donde soledad se redime, donde libertad se demora.


Mi voz enmudece por un estridente grito
subyacente de una tumba con mi nombre
firmada por mi sentencia y culpa que no poseo,
pues una triste víctima soy de mi propio ser.
Y mi limitaré a contemplar mi tristeza cual museo.
Y me limitaré a apiolar mis virtudes como un deseo.


Cuando brillo no halle y la ilusión se me vaya,
en valle desesperación, locura ametralla.
Y donde futuro encalla, cruzando la vaya,
buscaré mi musa que recuerdos destalla,
allí está en lo alto de la atalaya ,
y sus lágrimas dulces, cual baya.
Mas no llores princesa, si no calla.


Apuesto esta moneda subjetiva por un sueño que no poseo.
Mi bolsa no brilla y como el viento es liviana.
Mas a la reflexión le brindo el momento,
pues estas son las cadenas que yo mismo impongo
aquellas que descuartizan mi alma
y forman un ensamble vacío.


En esta partida llamada vida, todo lo apuesto.
Ese todo que yo mismo soy y no encuentro.
pues ahora soy una mentira,
pero algún día dejaré de serlo.
Apuesto esta moneda , mi persona,
Con sangre gris desplazo una moneda subjetiva
y en mi rostro se forma una lúgubre sonrisa...


Será mi culpa...


Mi culpa teñida en sangre cual mentira,
oculta tras la simiente del dolor.
Fluye por mis venas solo ira
a mi ser me siento inferior.

Será mi culpa mi verdad, nuestro secreto.
Muerto estoy por tu rencor.
Mas no te equivoques, no lo respeto.
Mi culpa, mi amuleto.

Sentenciado perezco por culpabilidad.
Una lágrima derramaré por cada fallo.
Tú, vil rosa que destallo.
Espinas de mi alma, manad.

Será mi culpa su perfección;
sera mi culpa amar mi traición.
Pues tú eres esa daga en mi sombra,
y el claroscuro de mi alma bellasombra.

A una diosa te compararé
ser de fallas y fallos.
A una diosa te compararé,
pues tu canto es silencio llano.

No elegí amor, será mi culpa por vivir;
mas vivo por el amor de mi culpa.
A un ensamble de tortura me encomiendo.
Tú eres lo que en mí extraño.
háblale a mi corazón estaño
con la voz de la sirena,
haz que me sienta como antaño
como aquel niño de sonrisa plena.

Será mi culpa no valorar mis posesiones,
pues tú eres el ave que con ansias amparo.
En tu cárcel todo menos yo.
Me siento aislado bajo la luz de un faro.


Si de tu tristeza yo, motivo fuera;
mi corazón frío entra lágrimas muera.
Y en mi propia culpa mi sangre nívea,
dulce como tus labios, mi jalea.

Tú eres mi culpa y mi perdón,
mi libertad y mi condena
En mi ceguera la visión,
en mi paz mi ansiada locura.



Cuando yo muera II


Cuando yo muera guardad mi cuerpo,
que permanezca en vuestro corazón
y mis cenizas se fundan con el mar.

Cuando yo muera que las estrellas iluminen mi rostro
y éste refleje la felicidad que un día tuve.
No me recordéis por mi muerte, hacedlo por mi vida
pues nunca moriré y falsos serán los recuerdos.

Cuando yo muera reiros de la Muerte,
por haberla engañado con una finta de sonrisas.

Cuando yo muera que sea solo,
pues nací llorando en compañía
y moriré solo, con una sonrisa.

Cuando yo muera será porque lo di todo
por alcanzar mis sueños y ser mejor,
por alcanzar la Muerte
y sonreír en su rostro, le ganaré.

Cuando yo muera que mis carcajadas vivan,
las llevará el viento hasta los oídos de tristeza.

Cuando yo muera que mis sueños hayan sido cumplidos,
mi cuerpo se deshaga en cenizas,
que nadie llore por mi muerte
pues recordad, los sueños nunca mueren.

Cuando yo muera no seré vacío mármol,
guardad cada parte de mi cuerpo en vuestro corazón.
Que las telarañas retengan vuestros recuerdos.

Cuando yo muera, vive por mí y por mis sueños.




Mi juicio será



Llegará el día donde ánima prenda
por la llama de un sol oscuro.
Con una guadaña en mano 
y una balanza en su pecho,
judgará nuestra efímera existencia
mientras ríe, si no llora.

Mi vida danza en sus inexistentes pupilas
mientras cuerpo arde mi inmolada alma.
Mi juicio será o es; mi juicio es y será.
No sentencia mi vida, sino el camino recorrido;
su criterio: la maldad residente en un corazón
podrido, muerto, descuartizado y devorado 
por el tiempo que no fluye, mata.

Mi único equipaje es el pecado cometido,
que no es poco; y corroe mis huesos
de los cuales carezco.
Me declaro culpable ante su sonrisa
la cual desprende mis secretos y males.
Mi sangre perfila su filo,
mi sentencia ha sido sellada.


Cuando yo muera I


Cuando yo muera, que el cielo llore.
Cantará el viento en mi oscuro templo
una balada de siseos y canto de muerte

Cuando yo muera, que el tiempo se pare
y congele mis más preciados recuerdos.

Cuando yo muera, que mi enemigo sonría,
lágrimas no resbalen sobre mi rostro de mármol.
Izad la bandera por la falsa victoria
pues mi aliento la ondea, vuestra pena la alza.

Cuando yo muera que mi alma viva
y esculpa descanso en aquel que me odió.
Que plante un cedro en el corazón
y nunca deje de crecer.

Cuando yo muera, que no me regalen flores,
pues levantaré de mi negra cuna
y un pétalo para cada acompañante;
cuidadlo, nunca marchitará.

Cuando yo muera, que nadie me juzgue
pues la misma Muerte ya habrá dictado sentencia.
Seré liberado ,por Libertad, de mis malos actos...
Pecados que cometí siendo un ser del mal.

Cuando yo muera, que nadie se entere;
efímera ha sido mi existencia,
no soy merecedor de tal placentero castigo.

Cuando yo muera que el mar enfurezca
su ira me llene los pulmones y grite.
Alzaré la voz por la injusticia de mi muerte,
sollozaré lágrimas que nunca liberaron mis ojos.

Cuando yo muera que mi corazón lo asimile,
deje de bombear sueños y descanse.

Cuando yo muera, que otro siga mi camino,
cumpla mis sueños y corrija mis errores.
Que la ilusión brote de sus ojos,
que sus ojos broten de la ilusión.

Cuando yo muera que mi vida acabe.
Resuelta quedará la trama y el camino.

Cuando yo muera las estrellas no brillarán en mis pupilas,
no sentiré el tacto de las nubes,
mis ideas residirán en el olvido,
sus labios no me amarán.

Cuando yo muera que ella ame,
que lea mis versos y llore
lágrimas de un lejano recuerdo.

Cuando yo muera que apacigüen su llanto con un beso.


Corazón que no late



Azorado está el príncipe,
sufría por la princesa,
sus centelleantes pupilas,
y por sus labios de fresa.
En su rostro cantan gotas, 
imbuidas por su leal nombre.
``Maldigo su sangre azul,
de sangre no entiende alma..
Mis sueños cruzan la barda,
cuya punta alza una lanza.
¿Cuan desgraciado puedo ser?
Pues mis ojos no logran ver
la a través de cerrojo vil,
de un viejo cofre mercantil;
custodiado por un dragón,
dentro de éste un corazón,
el cual late por vivir
el cual sufre por no amar.´´

La princesa está encerrada
por sueños que nunca tuvo,
por una ilusión muerta,
apresadas en un zulo.
Esposada sin cadenas,
forjadas por Penitencia.
Maldice su existencia
la asesina de Libertad.
``¡La princesa se nos muere!
Ataduras la marchitan,
le concederé un presente,
y así mi hija sonría.
Le quise otorgar oro
 un varón con el que casar,
y el corazón de un colibrí; 
el cual late por vivir 
el cual sufre por no amar.´´

Llora la pobre princesa,
lágrimas de lobreguez.
Llora la dulce pitusa
desde el cándido aljimez.
``Reina era en mi memoria,
de una nívea miseria,
protagonista de una historia.
Ella, trágica amatoria,
cual ave quería volar.
Cual bardo, cantó al judgar.
¿Merece la pena inmolar
y mi juventud mesar?
Pobrecita la princesa,
sufre su corazón;
el cual late por vivir
el cual sufre por no amar.´´

``¿Dónde se encuentra el ladrón
con daga de plata en mano?
¡Libérame de mi prisión!
Ruego y sollozo en vano,
¿Dónde estará el pirata
que alce su vela en mi nombre?
La vida no viviré,
y no vivir es muerte.
Soñaré con no soñar
y no soñar es muerte.
¡Dulce Muerte, mátame
y maldice mi sino!
¡Dulce muerte, mátame
y atraviesa mi corazón;
el cual sufrió por latir
el cual muerto por no amar.´´


Cada uno en su lugar

Cada uno en su lugar. Como dos fugitivos que huyen de sí mismos.
Como si ese sonido que arrulla nuestros oídos fuese tan distante.
¿Cuándo un ''te quiero'' se volvió tan insonoro?
Quizá nos volvimos sordos para no tener que escuchar.

Lo que más me molesta es cuando te dije que cada uno debía estar en su lugar.
No replicaste lo más mínimo...
No puedes imaginar cuán doloroso puede llegar a ser verte aceptar mis palabras,
verte asentir cuando debías negar,
verte callar cuando debías gritar,
verte sonreír cuando deberías haber llorado...
Sí, me contradigo, pero no más que hace unos años cuando tú eras mi respuesta.

Cada vez que me dejas ir es como si mi corazón se muriese un poco.
¿Cuándo nos dejamos ir?
¿Por qué tu consuelo y no tus besos?
¿Por qué no tus deseos, mis deseos?
¿Por qué no soñar juntos bajo el mismo cielo?
¿Por qué tan distantes?
¿Por qué no como antes?

Quizá soy egoísta por no querer darte nada.
Quizá no tenga nada que darte.
Mi corazón está muriendo en algún lugar lejano y yo...
yo estoy aquí aparentando estar.

Me gustaría tener alguien con el que exculparme pero fueron mis palabras,
fueron mis labios los que me traicionaron,
fue mi cerebro el que me aseguró que me contrariarías,
fue mi corazón que me llenó de osadía,
fue todo y hoy no es nada.
Qué iluso fui, pensaba que recorreríamos el mismo camino y hoy...
Cada uno en su lugar.

Solo quiero que sepas que seguirá doliendo cada vez que sueltes mi mano,
aunque este sea el último dolor que me causes,
y éstos sean los últimos versos que yo te escribo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario